Herraje y Patronos: Memorias sobre la vaquería

La fiesta de la vaquería no ha sido siempre igual. La celebración que vemos ahora es resultado de una evolución de los movimientos, la música y el vestuario a lo largo de los años. Una charanga y cuatro mestizas sosteniendo estandartes, guían al público en una procesión que representa la devoción y fe de nuestros ancestros. El destino: un escenario dispuesto para presenciar una síntesis histórica de esta fiesta tradicional, conformada por escenas del pueblo en haciendas ganaderas y por las memorias, creencias y devoción a los Santos Patronos.
Una mezcla de alegría y tristeza invade al concluir esta festividad, ya que la discriminación sigue estando presente en la actualidad como resultado de la pérdida de nuestra identidad cultural; sin embargo, la reflexión llega por medio de la música, la celebración de la danza y los recuerdos de nuestros antepasados.

Del siglo XIX al presente, la vestimenta del yucateco, los pasos realizados y las jaranas que se bailan, se han modificado constantemente; este hecho usualmente se percibe en las personas de los interiores del Estado, lo que ocasiona que los dedicados a la danza folclórica en los escenarios y con cierta inclinación a seguir “lo establecido”, desestimen y descalifiquen estos cambios por parte de los agentes culturales directos, ocasionando una constante segregación entre “bailarines de danza folclórica” y “bailadores jaraneros”, como menciona el maestro Manuel Pinkus Rendón en su libro “De la herencia a la enajenación: danzas y bailes tradicionales de Yucatán”.

Al poner en escena el origen de la jarana y cómo ha ido cambiando con el paso del tiempo; no sólo en la forma de ejecutarse, si no de igual manera en la vestimenta e interpretación de la música, el público podrá visualizar que por ser una cultura viva, somos parte del proceso histórico y no un resultado del mismo.